Con la creación del Parque La Tapera, en la comuna de Tortel, y tras cuatro años de monitoreo de la biodiversidad terrestre en la zona del Ventisquero Jorge Montt, se ha observado y fotografiado a la becacina grande en dos ocasiones, hallazgo de gran importancia si consideramos que el registro previo para la región de Aysén ocurrió hace ya 82 años.
La becacina grande (Gallinago stricklandii) es un ave acuática que se restringe a los canales y fiordos australes de Chile y Argentina. Es probablemente una de las aves más desconocidas en el Neotrópico, tanto así que algunos la denominan “ave fantasma”. Se ha establecido su rango de distribución estival a la zona de archipiélagos al sur del Golfo de Penas (48°S); y durante el periodo invernal (marzo-agosto), principalmente, en la zona costera entre los 36°S (norte de la provincia de Concepción) y 48°S (archipiélago Guayeneco).
En una revisión bibliográfica del año 2010, se recopilan solamente 45 registros históricos, desde el año 1881 al 2010. Recientemente, en el Atlas de las Aves Nidificantes de Chile (libro que resume las observaciones de aves acumuladas en cuatro años, de todos los observadores de aves de Chile, usuarios de la plataforma de ciencia ciudadana “eBird”) adicionan cuatro nuevos registros para la becacina grande, todos en islotes australes de la región de Magallanes. Con ello, queda claro el porqué de su apodo “ave fantasma”.
Muchas dudas aún encierran la historia de vida de esta misteriosa ave, como ¿dónde migra en invierno? y varios de sus aspectos reproductivos, pues se han encontrado nidos con huevos en diciembre y polluelos en noviembre y diciembre, sin descripción de nidos ni de sus vocalizaciones. Un trabajo publicado indica que en periodo post-reproductivo el ave migraría al norte de la región de Los Lagos, pero se sabe muy poco de ello.
Aunque de plumaje superficialmente similar, se diferencia de la becacina de Magallanes (Gallinago magellanicus) por ser de estructura más regordete y cuerpo general pardo oscuro con rayas anaranjadas, incluyendo cuello rayado al igual que pecho y abdomen, mientras que el vientre de la becasina de Magallanes es blanco. Destacan sus ojos grandes y oscuros; y el pico de base gruesa y alargado, levemente curvado hacia a la punta, de color amarillo verdoso.
Víctor Raimilla, (investigador de la Fundación Parque La Tapera y miembro de la la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile, ROC) comenta que el primer descubrimiento de la especie en la zona del Jorge Montt, que es el límite entre la región de Aysén y Magallanes, ocurrido en enero de 2017, despertó la duda de si el ave se reproducía en el área. Justamente, es un área con vacío de información para la especie, con solo un registro previo del 11 de marzo de 1939, en Puerto Huemul (47º38’S-73º42’O; posiblemente cerca del Glaciar Steffen) asociado posteriormente a una actividad no reproductiva. Luego, se siguió buscando al ave en otras zonas cercanas al Ventisquero Jorge Montt, específicamente dentro de los límites del Parque la Tapera, un área de conservación privada de 12.300 hectáreas destinadas, principalmente, a la conservación del huemul del sur y del ciprés de las Guaitecas, hasta que en marzo de este año 2021, ocurre una segunda observación, lográndose fotografiar al ave y describir su hábitat. Aun así, sigue pendiente dilucidar si el ave se reproduce en esta zona, una tarea compleja para un ave que se camufla muy bien. De ser así, sería el límite norte de su área reproductiva. Esta tarea será abordada por la Red de Observadores de aves y Vida Silvestre de Chile, con el apoyo de la Fundación Parque La Tapera, quienes han planificado, para diciembre de 2021, ir por primera vez al Parque La Tapera para buscar al ave, siendo diciembre un mes clave para encontrar pichones o posibles nidos.